martes, 9 de junio de 2009

RESPUESTA AL COMPROMISO CIVICO QUE PIDE LA IGLESIA

Dirigentes católicos impulsan una mayor participación del laicado en la política
Tres líderes laicos, que organizaron masivos encuentros en el ámbito civil, motivan y acompañan una movilización para promover una real presencia de los fieles en al accionar partidario.




Una nueva "especie" de ciudadanos está dando a luz a una forma renovada de participación cívica. Lo religioso y lo ciudadano se funden en una misma cosa. Una corriente de creyentes civiles, no clérigos, se vienen afirmando en una presencia social que no se puede desconocer.

Trabajan sin descanso para difundir y testimoniar el pensamiento católico. Y lo hacen desde dos puntos de partida. Por un lado se expresan desde lugares explícitamente confesionales. Por otro militan activamente en ONG's que, aún sin confesarlo, son portadoras de la doctrina de la Iglesia.

Todo comenzó en el Congreso de Laicos del 2005, convocado por el Departamento de Laicos de la Conferencia Episcopal. Luego se magnificó con otro encuentro que, un año después, congregó a más de 3000 dirigentes bajo el lema "Los católicos en la sociedad civil y la política". Más tarde fueron las Jornadas anuales de Pastoral Social de Mar del Plata las que los congregó. Y desde el 2007 hasta estos días se vienen moviendo capilarmente en jornadas, congresos y reuniones que realizan desde la patagonia hasta el norte argentino.

Casi como una "mesa de enlace" o como una coordinadora, pero sin que sea explícito y tal vez sin ellos tomar conciencia, los referentes más visibles, que están entre los 35 y los 50 años, congregan y estrechan vínculos con sectores que van desde las "madres del paco" hasta exponentes del campo.

La Comisión Nacional "Justicia y Paz", fundaciones y asociaciones de diverso tipo y hasta agrupaciones barriales conforman esta impensada estrategia que parece acoger en los hechos muchas de las consideraciones pendientes del Concilio Vaticano II.

Justo Carbajales, Javier Antonietti y Guillermo Cartasso son algunas de las cabezas visibles de esta "movida" que, en lo fáctico, une a los laicos "sueltos" y transforma esa diáspora en un nuevo laicado. Entre los tres no conforman ningún órgano eclesiástico ni ninguna entidad específica. Sólo trabajan en un mismo sentido y una profunda amistad los une. Cada uno en lo suyo, exprimen las horas para sumar los esfuerzos desperdigados de muchos otros. Y al momento de las concreciones no han retaceado apoyos mutuos.

De excelente relación con la jerarquía católica, con buenos vínculos entrelazados con políticos, jueces, empresarios y gremialistas, la "nueva generación" se abre paso sin la nostalgia mítica de la "Argentina católica". Ninguno aspira a ser candidato a elección alguna. Han surgido de manera natural, como figuras referenciales. Y más bien son pragmáticos inquietos pero convencidamente obedientes con respecto a la doctrina de la Iglesia. No les gusta definirse ni como conservadores ni como progresistas: ellos dicen ser "hombres de Iglesia"… y con eso basta. No son lobbystas pero tienen llegadas influyentes. No son ricos ni tampoco pobres, pertenecen al vasto sector de la clase media argentina. No parecen pretender otra cosa que la que demuestran con sus hechos. Son de modales educados, por momentos cultores del silencio, pero de fuerte personalidad y de convicciones profundas. Son, ante todo, hombres de acción, los "ejecutivos" de una nueva Iglesia que transmite la Iglesia de todos los tiempos.

Carbajales, médico y padre de familia, es el mentor y gestor de la Red Federal de Ciudadanos, un tejido que suma a miles en torno a servicios concretos a la sociedad. Hace años viene colaborando con Osvaldo Gonzalez Prandi en la renovación de la participación ciudadana. Reúne en esta red de Internet a profesionales diversos con la simple idea de ayudar. Y el alcance de su gestión llega a miles.

Antonietti, actual secretario de la poderosa Comisión de Pastoral Social, es abogado y consagrado. Está desarrollando una agenda intensa ocupada en jornadas sociales que movilizan como desde hace tiempo no se había visto movilizar. Y desde su actividad privada está promoviendo dirigentes políticos en variadas y diversas opciones partidarias, para que asuman compromisos concretos en la gestión de lo público. Su perfil es netamente social y su labor se centra en la asistencia a los más necesitados y en la promoción humana.

Cartasso, también abogado y tal vez con una personalidad más académica, nuclea en incontables actividades a los más diversos sectores del pensamiento argentino y reúne, en todo el territorio del país y en congresos numerosísimos, a ciudadanos y dirigentes en torno al tema del "bien común". Hace poco se presentó un libro de su autoría donde, bajo el título "Convocados y enviados" hace una sucesión de elementales reflexiones sobre la misión comunitaria del laico. Su meta parece ser provocar movilización, es decir juntar, unir, congregar.

Esta nueva generación ya no usa exclusivamente como espacio físico de sus encuentros sólo a parroquias o establecimientos de la Iglesia. Más bien lleva a los "vip eclesiales" a los lugares públicos. Así es como el obispo Casaretto estuvo, en noviembre del año pasado, en la clausura de un congreso realizado nada menos que en la emblemática Facultad de Derecho de la UBA. Es que la opción de esta nueva generación ha sido la de "salir al mundo". Desechan los ambientes de sacristía y se mueven cómodos en el medio de los espacios civiles tocando muchas veces el corazón mismo de las estructuras del Estado. Parecen haber escuchado el llamado del cardenal Bergoglio a mezclarse entre la gente.

El dinamismo de la acción de estos nuevos exponentes los lleva a la elasticidad de exponer sus ideas ante auditorios tan variados como el universitario y el de los barrios obreros, con un discurso que se adecua al oyente pero que no renuncia a la más pura ortodoxia. Tal vez sea ésta una nueva realidad que, sin estridencias pero a paso firme, se abre paso en la Iglesia y en el país a las puertas del Bicentenario.